“Cuba: Eusebio Leal vs. Lola Domínguez” por Janisset Rivero

Lola es la heredera de una Cuba profunda, desconocida, casi invisible para los historiadores y cubanólogos.

DE IZQUIERDA A DERECHA, LOLA DOMÍNGUEZ Y EUSEBIO LEAL. FOTOS DE DIARIO DE CUBA/RADIO TV MARTÍ

Hace sólo unos días murió en Cuba una cubana poco conocida pero de profunda relevancia. Su nombre era María Dolores Domínguez. Dedicó su vida a educar a los jóvenes en la fe y los valores cristianos como catequista de la Iglesia Católica de Pinar del Río. Lola, como la llamaban sus amigos y familiares, sufrió el encarcelamiento político de su padre y luego su suicidio, heridas que marcaron su vida, la de su madre y hermanos.

A pesar del dolor y la discriminación que sufrió su familia por ser católicos, campesinos y tener un padre preso político, su finca ubicada en el poblado montañoso El Brujo, fue el refugio de los jóvenes católicos, y su talento dio forma y profundidad a la búsqueda espiritual de decenas de niños y adultos de su comunidad. Lola Domínguez era austera y cristalina, sencilla y de poco hablar. Cada domingo, ella y su hermana caminaban 25 kilómetros para asistir a Misa en la ciudad de Candelaria. Su historia, contada con imágenes y con el sonido de los pájaros y la naturaleza desbordante de El Brujo, fue captada en el documental “25 Kms” producido en Cuba por el cineasta cubano Jeffrey Puente.

Casi el mismo día del fallecimiento de Lola Domínguez, murió el historiador de La Habana, Eusebio Leal. Figura archiconocida en la isla por ser el artífice de la restauración de algunas manzanas de La Habana Vieja, reconocidas internacionalmente como patrimonio de la humanidad. Leal buscaba recursos para arreglar fachadas y edificios históricos, promovía esta obra a través de un programa de la televisión cubana y trajo al corazón de la capital de Cuba comunista, algunos trazos del mundo capitalista a través de tiendas dolarizadas, que por supuesto ningún cubano de a pie podía disfrutar.

Lola es la heredera de una Cuba profunda, desconocida, casi invisible para los historiadores y cubanólogos.
— Janisset Rivero

Documental 25KM de Jeffrey Puente García.

Un querido amigo que conoció a Lola desde muy joven y que al conocer su muerte escribió sobre ella, fue cuestionado por no haber dedicado unas líneas a Leal. Este incidente me impulsó a escribir estas líneas reflexionando sobre este hecho con humildad.

No intento comparar la vida de dos personas tan fundamentalmente disímiles. La campesina de la loma, con el intelectual de la ciudad. Son dos experiencias existenciales muy diferentes. Sin embargo, a la luz de lo que ha acontecido en la Isla de Cuba en los últimos 61 años, vale la pena reflexionar.

Lola es la heredera de una Cuba profunda, desconocida, casi invisible para los historiadores y cubanólogos. Es la Cuba de la semilla, de la fe, de la libertad interior a pesar de las condiciones adversas de ostracismo, represión e injusticia que han sufrido los que han decidido pensar y vivir de forma independiente de los designios del Estado comunista. Lola trabajó para encender en el pensamiento y el corazón de los jóvenes la esperanza intangible de Cristo Resucitado. Le importaba la piel de adentro, los sentimientos y valores que se desarrollaban en el interior de sus discípulos, el amor y la lealtad a la fe de los que ella era ejemplo vivo.

Leal fue servidor del régimen que destruyó la esperanza de la nación cubana. Se dedicó a repellar y maquillar fachadas de edificios destruidos por la falta de mantenimiento y sobre todo por la falta de recursos en un país donde la iniciativa privada es penada por la ley. La Habana Vieja se derrumba porque no hay libertad para renovar y crear y crecer. El Estado lo controla todo. Leal se dedicó a adecentar ciertos espacios para que los turistas que visitan La Habana no sintieran que llegaban a una ciudad bombardeada, agujereada de sueños reprendidos. Para darle un poco de normalidad a la anormalidad que los cubanos han sido obligados a vivir durante seis décadas.

Cuando pienso en el legado de humanidad de Lola, la guajira sencilla que se entregó a la misión de la Iglesia secuestrada, y el legado de albañilería de Leal, intelectual que sirvió a un régimen represor y corrupto, prefiero el primero.

No habrá pintura ni renovación arquitectónica que le pueda devolver el alma a La Habana Vieja. Su alma estaba en la alegría y espíritu emprendedor de los cubanos, barridos por el sistema comunista. En cambio, para aquellos que recibieron el catecismo del amor de Lola, siempre quedará esa semilla, y sus frutos serán duraderos.

Yo también hubiera escrito sobre Lola.

Janisset Rivero

Janisset Rivero (Camagüey, 1969). Salió de Cuba exiliada y residió en Venezuela licenciándose en Comunicaciones y Publicidad por el Instituto Universitario de Nuevas Profesiones en Caracas, y más tarde en Español por la Universidad Internacional de la Florida (FIU) en Miami.

En el año 2003 termina sus estudios de maestría sobre literatura hispanoamericana en FIU.
Es miembro fundador del Directorio Democrático Cubano. Ha representado al Directorio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Además es coautora de los informes “Pasos a la libertad” (1997-2008) y “Situación de los derechos humanos en Cuba” (2003-Presente). Asimismo ayudó en la preparación del informe “La tortura en Cuba” (2007).
Dirige el programa radial “Barrio adentro”. También es co-presentadora del programa radial “Valores humanos.
Fue instrumental en la preparación y publicación de la novela “Una tumba sin nombre”, del escritor argentino Fernando Gril en el 2009. Y colaboró en la preparación de los poemarios de los prisioneros políticos cubanos Regis Iglesias Ramírez (2004) y Néstor Rodríguez Lobaina (2006); así como el libro testimonial del prisionero político cubano, Jorge Luis García Pérez “Antúnez” (2000).
Trabajó como editora de la Revista Ideal. Fue organizadora de la peña de lectura e intercambio entre poetas “Poesía desobediente” (2013).
Ha publicado poemas, ensayos y artículos en periódicos y revistas de Venezuela, Puerto Rico y Estados Unidos. Es autora de los poemarios publicados “Ausente” (Aduana Vieja, 2008) y “Testigos de la noche” (Editorial Ultramar, 2014).

Este artículo fue publicado originalmente por Diario Las Américas

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